La toxina botulínica o botox actúa disminuyendo la contracción de los músculos faciales temporalmente, dejando la piel tersa y tonificada, corrigiendo las arrugas y previniendo su progresión. Las inyecciones de toxina botulínica debilitan y paralizan determinados músculos, bloqueando algunos nervios.
Los efectos de la inyección no son inmediatos, se empiezan a revelar una vez transcurridos tres o cuatro días, dependiendo de cada paciente. Los resultados son altamente satisfactorios.
Además, según el paciente el efecto de la toxina botulínica puede durar entre dos a cuatro meses, por lo que, para mantenerlo, se deberán realizar tratamientos de recordatorio.
El bótox o toxina botulínica es sin duda uno de los tratamientos más revolucionarios del siglo en medicina estética facial. Sin cirugía y sin efectos secundarios, el bótox se suele aplicar en 3 zonas específicas: entrecejo, frente y patas de gallo.